A lo largo de su legendaria carrera, el maestro de los cómics Stan Lee creó un panteón de héroes con poderes espectaculares: la fuerza sobrehumana de Hulk, las telarañas de Spider-Man, la manipulación mental de Charles Xavier. Sin embargo, cuando se le preguntaba a menudo cuál era el mejor superpoder de todos, su respuesta siempre sorprendía por su sencillez y lógica infalible: la buena suerte. Lee argumentaba que este poder invisible e incontrolable lo eclipsaba todo. «¿Qué hay de una infalible buena suerte? Si eres afortunado, lo tienes todo: automáticamente vences al villano; automáticamente tienes buena salud; automáticamente consigues a la chica que quieres. ¡Tienes suerte! Ese es el mejor superpoder de todos», reflexionó el creador. Curiosamente, en el universo Marvel existe un personaje que encarna esta habilidad: Domino, miembro de X-Force, cuya mutación le permite manipular inconscientemente la probabilidad a su favor, garantizando que siempre le ocurra lo más ventajoso en cualquier situación.
La Suerte Infalible: El Poder que lo Vence Todo y Derrota al Villano
La elección de la suerte como el poder supremo por parte de Stan Lee revela su peculiar visión del heroísmo. En un universo lleno de rayos láser y manipulación de elementos, él priorizaba un factor que eliminaba la complejidad y el riesgo inherentes a la vida de un superhéroe. Para Lee, si el villano dispara y el héroe tiene suerte, la bala falla, sin necesidad de escudos o súper velocidad. No obstante, más allá de esta respuesta pragmática y llena de ese ingenio característico, el mayor poder que Stan Lee inculcó en sus personajes fue la humanidad. Desde Peter Parker hasta los X-Men, sus héroes eran gente común con defectos y problemas cotidianos. En este sentido, algunos interpretan su mensaje final como que el superpoder más grande es en realidad la empatía, la valentía cotidiana y la capacidad de inspirar a otros, como él mismo hizo al crear historias que nos enseñan que «un gran poder conlleva una gran responsabilidad.»