El fútbol ha entrado en una nueva era de justicia tecnológica con el debut de la Tarjeta Verde en el reciente Mundial Sub-20, celebrado en Chile. Esta innovación no es una sanción para jugadores como la amarilla o la roja, sino una herramienta de arbitraje completamente nueva que busca democratizar el uso de la tecnología de video, conocida como FVS (Football Video Support) o «VAR simplificado». En esencia, la tarjeta verde otorga a los entrenadores de cada equipo la capacidad de solicitar una revisión de video en jugadas específicas y cruciales del partido, actuando de manera similar al Coach Challenge visto en deportes como el baloncesto. El funcionamiento de la tarjeta verde es metódico y está estrictamente regulado para evitar abusos y pausas excesivas en el juego. Cada equipo dispone de dos oportunidades para usar la Tarjeta Verde por partido. Si el entrenador (o un asistente autorizado) considera que el árbitro ha cometido un error en una de las cuatro jugadas permitidas (gol, penal, roja directa o identidad), debe mostrar la tarjeta verde al cuarto árbitro inmediatamente.
La Herramienta que Empodera a los Entrenadores: ¿Qué es la Tarjeta Verde?
La FIFA ha implementado este recurso para ofrecer una alternativa más accesible y económica al VAR tradicional, que requiere una infraestructura y personal costosos. La tarjeta verde, por lo tanto, es el mecanismo visual y formal que utilizan los técnicos para activar este sistema de revisión. Su propósito es claro: permitir que las decisiones que alteran el curso de un partido (goles, penales, tarjetas rojas directas y errores de identidad) sean examinadas, poniendo el poder de la protesta oficial directamente en manos de los cuerpos técnicos. El sistema FVS se activa, y el árbitro principal se dirige al monitor de campo para revisar las imágenes. Lo más interesante de esta regla radica en la conservación del ‘Challenge’: si la revisión solicitada por el entrenador resulta en un cambio de la decisión original a favor de su equipo, este conserva la oportunidad de utilizar la Tarjeta Verde una vez más. Sin embargo, si la decisión del árbitro se mantiene, el equipo pierde una de sus dos oportunidades. Este mecanismo de «recompensa y castigo» obliga a los cuerpos técnicos a ser estratégicos y cautelosos en su uso. Este experimento en la categoría Sub-20 podría sentar las bases para una futura implementación de la tarjeta verde en competencias de mayor nivel, cambiando la dinámica del juego y la interacción entre árbitros y staffs técnicos.