Durante las épocas de calor, especialmente en verano, muchas personas experimentan una disminución del apetito, y aunque no se trata de una pérdida total del hambre, sí hay una modificación en la sensación de saciedad. Según expertos en nutrición, el cuerpo trabaja más para regular su temperatura interna mediante la sudoración y la redistribución del flujo sanguíneo, lo que puede ralentizar la digestión y generar una sensación de plenitud temporal. Además, al sudar más, aumenta la necesidad de ingerir líquidos, lo que llena el estómago y reduce el deseo de consumir alimentos sólidos. Este fenómeno, conocido como hiporexia estacional, puede afectar especialmente a niños, personas mayores y embarazadas, quienes requieren una dieta equilibrada para mantener su salud.
Termorregulación, sudoración y cambios de rutina alteran la sensación de hambre durante los días calurosos
Otro factor clave es el cambio de rutinas: en verano solemos pasar más tiempo fuera de casa, lo que altera los horarios de comida y reduce la atención a la alimentación. También se tiende a preferir comidas ligeras y frescas, como frutas, ensaladas y sopas frías, en lugar de platos calientes y copiosos. Aunque esta adaptación es natural, es importante mantener una ingesta adecuada de nutrientes para evitar problemas de salud. Comer menos, pero con más frecuencia, y optar por alimentos hidratantes puede ayudar a equilibrar el apetito en los días más calurosos del año.