El auge del nearshoring en América Latina ha transformado el panorama económico regional, especialmente para las pymes. Esta estrategia, que consiste en trasladar operaciones más cerca del mercado principal —como Estados Unidos— ha convertido a países como México, Colombia y Costa Rica en destinos clave para la inversión extranjera. Las pymes locales se benefician al convertirse en proveedoras de grandes corporativos, accediendo a nuevos mercados, tecnología y financiamiento. Además, incentivos fiscales y tratados comerciales han facilitado su integración en cadenas de suministro globales, generando empleo y dinamizando la economía.
La relocalización de empresas abre puertas a las pequeñas y medianas firmas, pero también exige adaptación y estrategia
Sin embargo, el nearshoring también plantea desafíos estructurales. Muchas pymes enfrentan limitaciones en infraestructura, capacitación técnica y cumplimiento normativo. La competencia con empresas más grandes puede marginarlas si no se adaptan rápidamente. Además, la concentración de beneficios en zonas urbanas puede aumentar la desigualdad regional. Para aprovechar esta tendencia, las pymes deben invertir en innovación, fortalecer alianzas público-privadas y mejorar sus procesos logísticos. El nearshoring representa una oportunidad histórica, pero solo será sostenible si se acompaña de políticas inclusivas y estrategias que fortalezcan el ecosistema empresarial local.