El Medio Oriente vive una etapa de contrastes. Mientras algunos países avanzan hacia la modernización, otros continúan atrapados en conflictos prolongados. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos impulsan planes de diversificación económica para reducir su dependencia del petróleo, invirtiendo en turismo, tecnología y energías renovables.
En contraste, Siria y Yemen siguen enfrentando crisis humanitarias graves, con millones de desplazados y escasas perspectivas de paz duradera.
Irán mantiene un rol clave en la política regional, con tensiones crecientes respecto a su programa nuclear y su influencia en países vecinos. Israel, por su parte, continúa en un escenario de alta inestabilidad por el conflicto con Palestina, que genera repercusiones internacionales.
Al mismo tiempo, Turquía busca reposicionarse como potencia mediadora, mientras que el mercado energético de la región sigue siendo vital para la economía global.