La reciente edición del Balón de Oro 2025, que coronó a Ousmane Dembélé como el mejor jugador del mundo, desató una oleada de críticas, siendo una de las más contundentes la del histórico delantero inglés Wayne Rooney. Lejos de conformarse con el resultado, Rooney cargó directamente contra la credibilidad del galardón, calificándolo sin rodeos como «un chiste, la verdad». La principal razón de su indignación no fue el ganador en sí, sino la incomprensible clasificación de dos figuras clave de la temporada: el portugués Vitinha y el brasileño Raphinha. El ídolo del Manchester United cuestionó abiertamente cómo Raphinha, autor de una temporada espectacular con el Barcelona, terminó en el quinto puesto, mientras que Vitinha, centrocampista del PSG, se ubicó en el tercer lugar. Para Rooney, el desbalance entre el rendimiento real y el reconocimiento final demuestra la inconsistencia del sistema de votación.
La Polémica de las Posiciones: Vitinha y Raphinha, el Centro de la Indignación
La crítica de Wayne Rooney va más allá de un simple desacuerdo personal; pone en tela de juicio los criterios que se utilizan para decidir el premio individual más prestigioso del fútbol. El exfutbolista argumentó que el Balón de Oro debería recompensar a los jugadores que «lideraron a su equipo en momentos clave, jugaron con pasión y corazón, y nos regalaron noches mágicas». En su opinión, el centrocampista portugués Vitinha, cuyo papel fue determinante en los títulos del PSG, merecía incluso el primer puesto por encima del ganador. Estas palabras reflejan un sentir compartido por muchos aficionados y analistas que ven en el Balón de Oro un premio cada vez más sesgado por la narrativa mediática o los títulos colectivos, y no siempre por el impacto individual sostenido en el campo, reavivando el eterno debate sobre la transparencia y la justicia de este codiciado trofeo.