La Liga MX ha vuelto a encender el debate sobre la formación de sus jugadores, un tema de vital importancia ante el inminente Mundial 2026. A pesar de los recientes anuncios de nuevos técnicos en clubes como León (con la llegada de Ambriz) y los movimientos en la cima de la tabla (como la caída de Cruz Azul ante Xolos), la conversación se centra en la calidad de la cantera.
Expertos y analistas han señalado una preocupante falta de técnica individual en las nuevas generaciones de futbolistas mexicanos, calificando de «enorme» el reto que enfrentará la selección Sub-20. Esta crítica resuena con la reciente despedida del histórico Jesús Corona, un evento que simboliza un cambio de guardia en la portería del Tri, y con la especulación de quién debe tomar su lugar, si Malagón u Ochoa.
Mientras tanto, la atención se desvía hacia aquellos jugadores que han tenido que emigrar para consolidarse. Futbolistas como Julián Quiñones y Rodrigo Huescas están demostrando su calidad en ligas extranjeras, lo que plantea una pregunta crucial: ¿Está el modelo de desarrollo juvenil de México fallando al no brindar las oportunidades ni la formación adecuada para retener y potenciar a su mejor talento? La dependencia de figuras consolidadas y la lenta renovación generacional en el equipo nacional subrayan la urgencia de reevaluar las bases del fútbol mexicano antes de la cita mundialista. El futuro del Tri dependerá de corregir esta brecha formativa.