La historia de Michael Jordan está ligada de forma inseparable a los Chicago Bulls, donde se convirtió en el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, con seis anillos de la NBA y un legado imposible de igualar. Sin embargo, pocos recuerdan que, en un momento clave de su carrera, existió la posibilidad de que el escolta más famoso de la historia vistiera la camiseta de los New York Knicks. Durante la década de los noventa, tras sus primeros campeonatos y su primera retirada en 1993, los Knicks se convirtieron en el rival más duro de Chicago en la Conferencia Este, con jugadores como Patrick Ewing, John Starks y Charles Oakley. Fue en ese contexto de rivalidad que empezaron a surgir los rumores: directivos de Nueva York intentaron explorar vías para convencer a Jordan de cambiar de aires y liderar al equipo de la Gran Manzana, lo que habría sido un golpe monumental para la NBA y para los aficionados de los Bulls.
La historia poco conocida de la leyenda de los Bulls y el equipo que soñó con tenerlo en su plantilla
Aunque finalmente no se concretó, las negociaciones y las especulaciones de aquel entonces muestran hasta qué punto Michael Jordan era el jugador más deseado de la liga. La posibilidad de verlo en los Knicks habría transformado la historia del baloncesto: un Madison Square Garden convertido en la nueva casa del ídolo global y un cambio en la balanza de poder del Este. No obstante, Jordan siempre fue claro en su fidelidad a Chicago y en su deseo de construir un legado único con la franquicia que confió en él desde el Draft de 1984. Aun así, para muchos aficionados y analistas, el simple hecho de imaginar lo que habría significado ver a Jordan en Nueva York alimenta una de las grandes historias alternativas de la NBA. Hoy, aquella anécdota se recuerda como una curiosidad dentro de su carrera, pero también como un recordatorio de que, en el deporte, el destino de las leyendas pudo ser muy distinto. En definitiva, Michael Jordan en los Knicks habría cambiado la narrativa del baloncesto moderno, pero su fidelidad a los Bulls terminó escribiendo la historia más gloriosa de la NBA.