La Armada rusa enfrenta una situación de emergencia naval de alto riesgo. Según múltiples informes no confirmados oficialmente, el submarino diésel-eléctrico B-261 ‘Novorossiysk‘, perteneciente a la silenciosa Clase Kilo Mejorada (conocida por la OTAN como el «Agujero Negro» por su difícil detección), se encontraría en serios apuros. La crisis se ha desarrollado en el área del Mediterráneo, cerca del Estrecho de Gibraltar, mientras la nave realizaba un tránsito. La alarma se activó por una presunta grave falla técnica en el sistema de combustible, provocando una fuga de diésel hacia la bodega interior del sumergible. La situación del ‘Novorossiysk’ trasciende un mero incidente técnico. Este submarino es una unidad clave de la Flota del Mar Negro, y su presencia en el Mediterráneo forma parte de la proyección de poder naval de Moscú. El hecho de que una nave de esta importancia haya tenido que emerger en aguas tan transitadas como las del Estrecho subraya la seriedad de su problema. Además, la supuesta necesidad de vaciar combustible al mar pone en relieve los desafíos logísticos y de mantenimiento que enfrenta la flota rusa, un problema recurrente que ha afectado a otras unidades.
El «Agujero Negro» de la Flota Rusa Lucha Contra un Riesgo de Explosión
Este derrame interno no solo inutiliza a la nave para sus misiones operativas, sino que ha generado un peligro crítico de seguridad: el combustible acumulado está creando vapores que suponen un riesgo de explosión. La gravedad de la situación se ve amplificada por la supuesta falta de repuestos y especialistas cualificados a bordo para realizar una reparación de emergencia. Ante este escenario, se especula que la tripulación se vio obligada a realizar una emergencia a superficie cerca del Estrecho y podría considerar la drástica medida de bombear el combustible contaminado directamente al mar para mitigar el riesgo explosivo, lo cual generaría una grave preocupación ambiental.