Argentina enfrenta otra etapa crítica en su prolongada crisis económica. En agosto de 2025, el peso argentino se ha desplomado un 40 % frente al dólar en menos de tres semanas, pese a las medidas de emergencia impuestas por el gobierno del presidente Javier Milei. La inflación anual ha superado el 180 %, mientras los precios de alimentos, medicamentos y transporte siguen en alza.
El Banco Central intentó contener la devaluación con intervenciones directas en el mercado cambiario, limitaciones a la compra de dólares y nuevas subidas de tasas de interés. Sin embargo, la pérdida de confianza de los mercados y la incertidumbre política han alimentado una fuerte presión sobre la moneda.
El gobierno enfrenta nueva presión social y económica en pleno invierno
En respuesta, el gobierno anunció un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir un desembolso de 8.000 millones de dólares a cambio de más recortes fiscales. Esta decisión generó protestas en Buenos Aires y otras ciudades, donde miles de personas salieron a las calles para rechazar el ajuste, que incluye reducción de subsidios y recorte del gasto social.
Empresarios y analistas advierten que el país se encuentra en un punto de inflexión. La actividad industrial se ha frenado, el consumo cae y los niveles de pobreza superan el 50 %. Muchos argentinos recurren al trueque o al uso de criptomonedas para sobrevivir.
Pese a la gravedad de la situación, el gobierno insiste en que el “plan de shock” es necesario para estabilizar la economía y construir un futuro más sostenible. No obstante, la presión social y el descontento generalizado amenazan con generar una nueva ola de inestabilidad política.
Argentina, uno de los países con mayor potencial agrícola y energético de América Latina, sigue atrapada en un ciclo de deuda, inflación y crisis que no parece tener fin cercano.